Monday, May 15, 2006

Patio 29


Aparecidos que vuelven a desaparecer
En medio del patio 29, Miguel Olivares Mori, pisa la tierra seca mientras relata la historia de su hermano, aún desaparecido, a unas corresponsales de la BBC de Londres. Quiere que todo el mundo se entere de lo que pasa en Chile.

Fernando Olivares era un joven de 27 años, estudiante de construcción civil de la Universidad Técnica del Estado y funcionario del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), organismo de la ONU. Era el hijo y el hermano ideal, trabajaba de día y estudiaba de noche, y el escaso tiempo que le restaba lo dedicaba a participar en el MIR. Escuchaba a Ben Kiefer, Paul Moria y Fausto Papetti, quizás para abstraerse de los vejámenes en contra de los derechos humanos que comenzaba a perpetrar la dictadura militar en aquella época. Pero lamentablemente fue lo último que escuchó antes de su detención el 5 de octubre de 1973.

Una patrulla de la marina llegó a las afueras del Celade, a cargo del contralmirante y agente operativo de la DINA ,Jorge Osses Novoa. Se bajaron del auto, y en las puertas de la entidad pidieron hablar con el señor Fernando Olivares para hacerle unas preguntas (no era cosa de llegar, entrar y detener; el suelo neutral del recinto internacional protegía por alguna razón al joven). El mirista aceptó, porque sentía que no tenía nada que ocultar, pero no calculó las consecuencias de su osadía. Jamás volvió. Y este pesar se ha extendido por 33 años de sufrimiento. Para Miguel han pasado sólo tres segundos desde que vio a su hermano salir de casa con mocasines negros, blue jeans y camisa blanca.

-Tan sano fue su pensamiento como lo que él hizo durante su vida. Lo que hizo él, lo hizo con limpieza, con sanidad. Él pensó que iba a ir a dar algunas declaraciones y volvía, pero estamos a 10 de mayo del 2006 y no volvió nunca más.

Incluso se hizo un documental, realizado por Silvio Caiozzi, a la memoria de su hermano, llamado “Fernando ha vuelto”, que relataba el rencuentro de la familia Olivares Mori con los restos de su hijo y hermano, quien había estado desaparecido por años, y enterrado ilegalmente en el desolado Patio 29 en años de la dictadura. Pero hoy ese registro no es más que una historia ficticia, porque jamás volvió Fernando, jamás identificaron sus restos, y hoy ha vuelto a desaparecer. Es uno más de los N.N que hoy se repiten desastrosamente en los 48 errores admitidos por el Servicio Médico Legal (SML).

Por los años 70 se realizaron más de 200 inhumaciones ilegales en ese patio del Cementerio General. Muchos de los cuerpos fueron removidos, como si fueran escombros por las fuerzas militares en los 80. Y recién en 1991 un grupo de antropólogos forenses realizó, por orden judicial, la exhumación de 125 cuerpos en el Patio 29. En abril de 1992, dos equipos del SML, integrados por médicos legistas y odontólogos, se dividieron los cuerpos y empezaron con la identificación. Se logró identificar a más de 20 cuerpos, pero el desorden se apoderó de las identificaciones porque había más de dos o tres cuerpos por tumba, lo que no coincidía con la nomenclatura de las cruces oxidadas que aún permanecen paradas, por lo que en mayo de 1993 el trabajo se detuvo y más de 100 cuerpos quedaron a la espera de ser reconocidos.

Tras asumir el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se mandaron a hacer pruebas de ADN a la Universidad de Glasgow en Escocia, a cargo del científico Peter Vanezis. Lo lamentable es que no se enviaron las muestras requeridas para el estudio: “cráneos originales”, porque el juez que llevaba la causa en aquella época, Andrés Contreras, lo negó. Así es que se mandaron réplicas de yeso, muestras óseas, cejas y sangre de los familiares de las víctimas.

Lo que se venía era inferible. El resultado del informe Glasgow: un fracaso. Las muestras enviadas al extranjero no sirvieron de nada, y además, la carta recibida por la ministra de justicia, Soledad Alvear, decía: "recibimos muestras de osamentas no pertenecientes a los restos a partir de los cuales se obtuvieron los vaciados de yeso del cráneo". Es decir, todo un gran chiste de repercusiones dramáticas.

Lo peor de todo es que la información jamás fue entregada a la causa, y recién en el 2002 estalla el escándalo. Pensar que mucha gente pensó que su dolor se había aminorado, y su búsqueda había finalizado al saber por fin que los restos de sus familiares habían sido identificados.

El 29 de marzo de 2005, el ministro Sergio Muñoz mandó a exhumar por segunda vez restos de víctimas de la dictadura para practicarles exámenes de ADN, a pesar de que se le había recomendado suspender todas las labores de identificación mientras el SML no fuera evaluado y acreditado por órganos internacionales.

Aquí quedó todo hasta que el pasado 20 de abril el director de la institución legista, Óscar Vargas, pidió perdón a los familiares de las víctimas. Se sentía culpable el tipo de seguir con el engaño y la incapacidad de su servicio: los exámenes de ADN ordenados por Muñoz a 96 restos, habían sido un fracaso, había errores en 48 casos.

Ahora sólo queda buscar culpables. La cámara de diputados, este martes 2 de mayo, aprobó que la comisión de Derechos Humanos investigue las eventuales irregularidades ocurridas en el Servicio Médico Legal.

Gabriela Zuñiga, encargada de comunicaciones de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), acompaña a Miguel Olivares mientras sus palabras cansadas y repetidas de tanto denunciar siguen hablando de lo que pasó con Patio 29. Es una mujer baja que se afirma de un bastón para caminar. Tiene el pelo rojo intenso, ojos claros y mirada fulminante. Esa mirada que tiene la gente que lucha durante toda su vida. Esa mirada que ya no teme a nadie ni nada.

- Estas tumbas significaron la ilegalidad para todas las familias de los detenidos desaparecidos. En ese terreno sólo queda tierra seca, basura y desolación.

Lo que se busca hoy, casi como premio de consuelo, es convertir este terreno de tumbas vacías en monumento nacional. Gabriela acepta la calidad del reconocimiento, pero justifica que a como de lugar la gente cuando vaya al Cementerio General sepa lo que ocurrió con el patio de las almas perdidas.

- Este lugar está plenamente en estado de abandono. En este momento se realizan moratorias de parte de los Tribunales para ser investigado, y una vez que esto se levante la AFDD va a intentar que esto se transforme en un gran memorial.

Es decir, a las familias de los detenidos desparecidos y ejecutados políticos se les compensa con monumentos “a la memoria de”, como el que está en la entrada de avenida La Paz.

- Todo lo que se haga siempre va a ser un premio de consuelo porque finalmente no te devolvieron a quienes tú querías – me dice con voz dura, a pesar de que ella, a diferencia de Miguel, sí tiene la tranquilidad de saber dónde están los restos de su familiar.

Mientras los días pasan el patio sigue en su soledad absoluta. Con sus cruces oxidadas y algunas rosas rojas deterioradas. Más bien parece un basural de algún sitio eriazo, un centro de tortura póstumo…un tierral siniestro que espera ser visto ante los ojos de la humanidad...

Tuesday, May 09, 2006

Comentario "Fuga"


Fuga: escapando y buscando


A pesar de la corta tradición musical que posee Chile, Fuga retrata la historia de un genial y joven director de orquesta que se hunde en la demencia tras un pasado familiar siniestro. Tras este chocante hecho se gatilla la creación de su mejor rapsodia y su posterior pérdida de cordura. El título del film es un juego de palabras, un término equívoco que posee dos connotaciones: la del escape y la que alude a la composición musical.

La obra dirigida por Pablo Larraín retrata perfectamente la naturaleza “chilensis”: el doble estándar de las clases adineradas, el sufrimiento anónimo de los genios incomprendidos, el oportunismo a costa del sufrimiento de otros, el deseo por lo ajeno, y finalmente, la posesión de esa vida que anhelamos pero que no nos pertenece.

El escenario retrata un Chile aristocrático hace no más de 10 años atrás, lejano y pobre en cuanto a cultura. Es el espejo de una región que denomina música clásica a cualquier pieza musical que se exhiba en el Teatro Municipal, que es donde comienza la historia, para luego desarrollarse en un psiquiátrico y rematar en el puerto de Valparaíso: lugares que retratan la diversidad cultural de nuestro país y que, a la vez, exhiben una problemática a nivel universal de artistas incomprendidos por sociedades “insensibles”.

En este rincón del mundo existe una variedad de músicos barrocos, clásicos o contemporáneos, que eventualmente compondrán una buena pieza musical en sus vidas- cerca de los 20 o 30 años- y que pasarán al olvido sin dejar huellas, y tal vez, con peor suerte, sin siquiera haber reconocido su propio gran talento a raíz de la problemática cultural que alojamos en la ideología local. Basta con detenerse a observar la decadencia del Municipal y la poca preocupación del Estado- hasta el momento- por la democratización de las artes.

El personaje de Benjamín Vicuña (Eliseo Montalbán) no encarna la situación de la mayoría de los músicos chilenos. Porque el problema que se desata en la realidad no tiene que ver con llegar a tal extremo demencial por una melodía. Pero si lo miramos a manera de metáfora se relaciona con aquellos jóvenes que tienen todo el mundo por delante pero que se les cae a pedazos por diferentes factores en la vida de cada cual.




Por estos tiempos lo que más se ve es la falta de recursos económicos para el desarrollo de talentos musicales; en Fuga vemos el quiebre de la carrera de un director de orquesta, de buena situación social, debido a problemas sicológicos. Una historia que sólo podría haberse desarrollado en una familia bien acaudalada.

La doble lectura nos habla de frustraciones y miedos que hacen que los grandes se caigan más fuerte, porque tal vez para un joven que sabe que no posee los medios para seguir con su carrera es menos chocante que para un persona que ha logrado ingresar de lleno al “escenario Municipal”.

El personaje de Ricardo Coppa (Gastón Pauls) es todo un Antonio Salieri, pero argentino, aunque como todos sabemos, nuestro país está repleto de Salieris al asecho de una buena obra para plagiarla, para alcanzar honores, bienes y prerrogativas. El típico astuto que sabe muy bien cómo tratar a sus colegas para favorecer sus inmorales intenciones. Un ladrón educado que no llega a ningún lugar.

Y por otro lado vemos la caricatura de nuestro doble estándar en a familia de Eliseo Montalbán. El ministro de Estado (Willy Semler) y su señora (María Izquierdo) orgullosos de su hijo músico de buena familia asisten a su primer concierto en el Municipal, pero al notar que la composición de sus juicios no van bien se “deshacen” de él en un hospital psiquiátrico público y mal oliente de Valparaíso. Notablemente ellos crearon la carrera a la demencia, como lo dice el mismo personaje una vez preso por sus delirios. Como ocurre en todos lados: lo que no sirve, se bota, se olvida, se reniega.

En resumen, Pablo Larraín intentó mostrarnos cómo intentamos hacernos
propietarios de particularidades que no nos pertenecen. De robarle a alguien lo que dejó a un lado. De cómo maquina el ser humano y su naturaleza. Unos botan y otros recogen. Metaforizando: depredadores y carroñeros; triunfadores y envidiosos. Es así como se mueve nuestro ecosistema y es así como fluye la vida, por ende, el arte.