Tuesday, May 09, 2006

Comentario "Fuga"


Fuga: escapando y buscando


A pesar de la corta tradición musical que posee Chile, Fuga retrata la historia de un genial y joven director de orquesta que se hunde en la demencia tras un pasado familiar siniestro. Tras este chocante hecho se gatilla la creación de su mejor rapsodia y su posterior pérdida de cordura. El título del film es un juego de palabras, un término equívoco que posee dos connotaciones: la del escape y la que alude a la composición musical.

La obra dirigida por Pablo Larraín retrata perfectamente la naturaleza “chilensis”: el doble estándar de las clases adineradas, el sufrimiento anónimo de los genios incomprendidos, el oportunismo a costa del sufrimiento de otros, el deseo por lo ajeno, y finalmente, la posesión de esa vida que anhelamos pero que no nos pertenece.

El escenario retrata un Chile aristocrático hace no más de 10 años atrás, lejano y pobre en cuanto a cultura. Es el espejo de una región que denomina música clásica a cualquier pieza musical que se exhiba en el Teatro Municipal, que es donde comienza la historia, para luego desarrollarse en un psiquiátrico y rematar en el puerto de Valparaíso: lugares que retratan la diversidad cultural de nuestro país y que, a la vez, exhiben una problemática a nivel universal de artistas incomprendidos por sociedades “insensibles”.

En este rincón del mundo existe una variedad de músicos barrocos, clásicos o contemporáneos, que eventualmente compondrán una buena pieza musical en sus vidas- cerca de los 20 o 30 años- y que pasarán al olvido sin dejar huellas, y tal vez, con peor suerte, sin siquiera haber reconocido su propio gran talento a raíz de la problemática cultural que alojamos en la ideología local. Basta con detenerse a observar la decadencia del Municipal y la poca preocupación del Estado- hasta el momento- por la democratización de las artes.

El personaje de Benjamín Vicuña (Eliseo Montalbán) no encarna la situación de la mayoría de los músicos chilenos. Porque el problema que se desata en la realidad no tiene que ver con llegar a tal extremo demencial por una melodía. Pero si lo miramos a manera de metáfora se relaciona con aquellos jóvenes que tienen todo el mundo por delante pero que se les cae a pedazos por diferentes factores en la vida de cada cual.




Por estos tiempos lo que más se ve es la falta de recursos económicos para el desarrollo de talentos musicales; en Fuga vemos el quiebre de la carrera de un director de orquesta, de buena situación social, debido a problemas sicológicos. Una historia que sólo podría haberse desarrollado en una familia bien acaudalada.

La doble lectura nos habla de frustraciones y miedos que hacen que los grandes se caigan más fuerte, porque tal vez para un joven que sabe que no posee los medios para seguir con su carrera es menos chocante que para un persona que ha logrado ingresar de lleno al “escenario Municipal”.

El personaje de Ricardo Coppa (Gastón Pauls) es todo un Antonio Salieri, pero argentino, aunque como todos sabemos, nuestro país está repleto de Salieris al asecho de una buena obra para plagiarla, para alcanzar honores, bienes y prerrogativas. El típico astuto que sabe muy bien cómo tratar a sus colegas para favorecer sus inmorales intenciones. Un ladrón educado que no llega a ningún lugar.

Y por otro lado vemos la caricatura de nuestro doble estándar en a familia de Eliseo Montalbán. El ministro de Estado (Willy Semler) y su señora (María Izquierdo) orgullosos de su hijo músico de buena familia asisten a su primer concierto en el Municipal, pero al notar que la composición de sus juicios no van bien se “deshacen” de él en un hospital psiquiátrico público y mal oliente de Valparaíso. Notablemente ellos crearon la carrera a la demencia, como lo dice el mismo personaje una vez preso por sus delirios. Como ocurre en todos lados: lo que no sirve, se bota, se olvida, se reniega.

En resumen, Pablo Larraín intentó mostrarnos cómo intentamos hacernos
propietarios de particularidades que no nos pertenecen. De robarle a alguien lo que dejó a un lado. De cómo maquina el ser humano y su naturaleza. Unos botan y otros recogen. Metaforizando: depredadores y carroñeros; triunfadores y envidiosos. Es así como se mueve nuestro ecosistema y es así como fluye la vida, por ende, el arte.

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