Saturday, November 04, 2006

Comentario Libro Soldados de Salamina

Los suspiros de una España adolorida


Con Soldados de Salamina (2001), Javier Cercas se consolidó como novelista, a pesar de que se considera (o consideraba) un escritor frustrado a raíz de su profesión: periodista. En el 2003 se estrenó en España la película del mismo libro, salvo que con una diferencia, como lo suelen hacer las adaptaciones, el protagonista no es el personaje de Cercas, sino que una mujer: la actriz Ariadna Gil quien interpreta el papel de Lola, tal vez para restarle algo de autoreferencia al autor.

Antes de redactar tal ostentosa y publicitada novela (o relato real como lo apoda él (porque está basada en hechos reales) escribió tres anteriores, pero de mucho menor éxito: El móvil (1987), El inquilino (1989) y El vientre de la Ballena (1998). Posterior a Soldados de Salamina, publicó en el 2005 La velocidad de la luz, y al año siguiente, La verdad de Agamenón. Además ha publicado ensayos y artículos que no lo han destacado tanto como sus libros.

A sus 48 años de nacido en Cáceres, provincia al Oeste del mismo país - y casi limítrofe con Portugal- se dedica a su profesión y trabaja para el diario El País, además hace clases de literatura española en la Universidad de Gerona, y… a pesar de que en el libro de contenido bélico confiesa haber dudado de su creatividad literaria continúa escribiendo para sus lectores.

Sin duda lo que fue un gran aliento para la motivación- novelesca-del autor fue recibir bastantes galardones tras publicar Soldados de Salamina, entre ellos estuvo el Premio Salambó, otorgado por los escritores; el Premio de la Crítica de Chile; el Ciutat de Barcelona, el Premio Ciudad de Cartagena y el Premio Extremadura, entre otros. Tras esta lluvia de halagos, dudo que Cercas se haya considerado un escritor frustrado desde ese momento en adelante. Su penúltima novela, también revolucionó a la crítica, por lo que podemos suponer que más novelas estarán por venir, y que, al parecer, la mixtura “periodista-escritor” funciona muy bien por estos tiempos.

En Soldados de Salamina, Cercas escribe sobre él, sobre su amada -y no tan amada- Conchi, sobre un tal Sánchez Mazas, un Antonio Miralles y ciertos miembros de los dos ejércitos (revolucionados fascistas y republicanos a la defensa de su democracia parlamentaria) que batallaron desde 1936 en una España empapada de sangre a consecuencia de las ambiciones de una elite dominante que buscaba un Estado totalitario: burgueses, aristócratas, muchos militares, parte de la jerarquía eclesiástica y terratenientes.

Como es característico de los periodistas de la nueva escuela y discípulos del Nuevo Periodismo, o Periodismo Narrativo, la historia repleta de datos recopilados algo incompletos, parte bajo el protagonismo del propio autor, o como lo denominarían los reporteros de La Nación Domingo: “Periodismo Vivencial”, pero con una transparencia bastante creíble.

Javier se hace partícipe de su propia novela escribiendo escenas de su vida privada y entrecruzándolas con el verdadero fin de la obra: biografiar a un fascista que salvó su pellejo fantásticamente en medio de una guerra, lo que surge como idea para comenzar a escribir, ya que la historia (antes ignorada por Cercas) del falangista Rafael Sánchez Mazas es el gatillante de la investigación, la que da como resultado una enmarañada historia social, política y bélica del país ibérico en los años 30.

Pues bien, no es nada fácil llegar y comprender “así como así” los vastos años de una guerra y sus variados colores políticos, en donde nadie es amigo de nadie y todos pelean con todos. De hecho, el primer capítulo (de tres) “Los amigos del bosque” no logra ser comprendido a cabalidad sino hasta el final del segundo capítulo - de igual título que la obra completa-, por lo que es necesario documentarse y repasar la historia de la Guerra Civil Española para intentar concebir los excesivos datos duros y la indeseada saturación de información que en instantes logra marear a cualquier no español.

¿Y quién era este Rafael Sánchez Mazas?, según lo denuncia- zalameramente- Cercas, era un escritor de tendencias fascistas que, a través de la propaganda política, logró cimentar su partido de aristócratas -muertos de miedo- al ver que la República tomaba las riendas del país, y así fundó la Falange. Pero, en el relato del periodista español, este “detalle” no es el propulsor del hilo conductor, sino la mísera pero afortunada salvación que encontró este hombre-crea-guerras tras escapar ileso de unos de los paseos de fusilamiento que realizaban -por lo que quedaba de su territorio de dominio- las tropas republicanas en Gerona. Logró escapar después de tres años de prisión, en manos de los rojos, gracias al sacrificio de cuatro prisioneros que le antecedían frente al fusil.



A raíz de la duda de Cercas por saber quién ayudó al falangista a sobrevivir en los espesos bosques de Banyoles, se gesta la novela que narra todas las visitas y metodología de investigación que se hizo para llegar a los entrevistados, entre los cuales figuran los mismísimos jóvenes de antaño que ayudaron al desgraciado “facho” a sobrevivir en sus tierras, a pesar que eran del bando contrario…pero desertores. Ellos mismos son los que cuentan que vieron aparecerse en harapos- por las balas que rozaron su pantalón- al señor que más tarde sería nombrado ministro por Francisco Franco. Sánchez Mazas luego se daría cuenta que la guerra que inició para defender sus intereses y los de su clase fue apropiada por los propios intereses del caudillo sin necesidad de los postulados falangistas.

El hecho inédito del destino amparado de Mazas, fue que un militar republicano, en las inmediaciones del bosque de Baynoles, lo encontró posterior a su fuga, lo miró a los ojos, le apuntó con el fusil, pero no disparó; dejó que huyera, y nadie sabe, ni el propio autor del libro, por qué motivos dejaría ir a uno de los peces gordos del fascismo español. Pero Cercas intentó- para completar la historia- encontrar registros de tal noble contrincante y no lo logró. Lo que sí obtuvo fue una historia que le contó en una de las entrevistas, el escritor chileno que en paz descanse, Roberto Bolaño. El novelista residía en España cuando Cercas investigaba para escribir Soldados de Salamina, en 1994, y en entrevista para el diario en el cual trabajaba emergió a la luz la historia de Antonio Miralles, un veterano de guerra republicano, jubilado, que había estado en Gerona en el mismo período que Sánchez Mazas…relato que enloqueció de esperanza al periodista porque vio el final de su novela escrita y completa: sentía que había encontrado al héroe- aún vivo- que le había perdonado la vida al fascista.

Pero como ya dije, la búsqueda fue infructuosa a pesar de haber encontrado al único personaje que cobra verdadera vida en el libro, el único que transmite emociones y el único héroe de toda esta historia. No era el esperado, no había visto jamás al falangista en la guerra, pero sí había militado toda su vida en el campo de guerra, incluso casi había muerto tras pisar una mina antipersonal y para 1994, allí estaba, viejo y solitario, en un asilo de ancianos en un pueblito de Francia, contándole de sus sufridos y memorables días en la guerra de verdad - en las que los soldados van a combatir y no se quedan en casa- a Javier Cercas.


Esta historia de Miralles, relatada por él mismo, definitivamente salva el ritmo plano del libro, que hasta el tercer capítulo ("Cita en Stockton") no revela nada que apele fuertemente a las emociones… a lo humano.


No obstante existe otro episodio, aunque fugaz, muy conmovedor, que narra - a través de los testimonios de los amigos del bosque de Sánchez Mazas- la historia del verdadero militar republicano que apuntó al líder falangista y lo dejó escapar. Se trataba de un joven guardián, de la cárcel donde estuvo detenido Sánchez Mazas, que vivía tarareando y silbando mientras hacía guardia, un pasodoble muy famoso de su tierra: “Suspiros de España”. El joven se turbaba cuando recordaba la canción y parecía siempre estar sonriendo en ese momento. Un día tomó su fusil y se puso a bailar con él tomándolo de forma vertical -como si fuera una mujer- en el patio de la improvisada prisión del santuario de Santa María del Collell…ese hombre-niño, de espíritu noble fue el que realmente indultó a su inminente rival. Incluso este episodio está muy bien representado en la película.



En resumidas cuentas, el libro de Cercas intenta contraponer dos bandos opositores a través de dos personajes que intentó perfilar: un fascista, “intelectual-escritor” que, como resultado de la defensa del estatus y jerarquía aristocrática y de sus privilegios ante la política republicana, desata una guerra de la que salvó con vida y que mató a miles de personas. Y, por otro lado, a un veterano republicano que manchó con su sangre el campo de batalla para defender lo que otros querían derribar.

A uno lo homenajearon tras haber ganado la guerra a la sombra de los batallones de Franco, y recibió mil palmazos de mil manos en la espalda. Al otro lo olvidó por completo su patria, su España querida, que defendió con garras del levantamiento fascista. Las ideas de uno quedaron en el papel; la lucha del otro se marcó en la carne propia.


Los anónimos de la guerra, los que de verdad sufrieron, los que deberían haber sido condecorados con honores y calles que llevaran sus nombres, aparecen al final del libro y son reflejados por Miralles, el comunista catalán, en un intento desvanecido de Cercas por alcanzar objetividad. Al parecer el autor sigue cayendo en el círculo vicioso de enaltecer el nombre de los que no se bañaron de sangre y los que no exhiben enormes cicatrices. Y pienso: los verdaderos héroes, los que siempre siguen adelante con coraje, los que reaccionan bien en el momento indicado y los que salvan a la civilización…siempre son los últimos en ser reconocidos.



Pero a pesar de mi visión crítica ante esta mirada poco clara de la Guerra Civil Española, debo rescatar la obstinación del escritor-periodista por alcanzar sus metas y jamás abandonar la búsqueda incesante por llegar a la verdad.

En cuanto a la narración y forma literaria de expresar frases, ideas y situaciones, Cercas se luce como un verdadero poeta, aunque existen elementos psicológicos y dramáticos que podrían haber sido mejor aprovechados, como por ejemplo ahondar en el arrepentimiento de Rafael Sánchez Mazas tras haber levantado un fascismo que, tras vencida la guerra liderada por Franco, iba a ser suplantado por los ideales franquistas olvidando y dejando atrás el principal ideal del falangista: salvar su clase social del “comunismo”.

El abatimiento y posterior abandono de la política al que Sánchez Mazas optó, a mi parecer, hubiese sido un punto de atención o disparador de un dato histórico de trascendencia, porque el hecho de que se rescate gloriosamente el que un tipo haya salvado con vida, invalida todo el mérito de los pelotones que sufrieron los verdaderos embates de la guerra.

Es por esto que concuerdo con lo que el mismo Javier Cercas confiesa en un episodio de Soldados de Salamina: se le agotó, en reiteradas veces en el transcurso de creación, la imaginación para fundar una pieza literaria que podría haber sido, de verdad, digna de tantos premios.




Página oficial de la película "Soldados de Salamina": http://www.soldadosdesalamina.com/menu.htm

El libro tiene un costo de $17.000 en la librería antártica (¿no será mucho?):

(www.antartica.cl)


Título: Soldados De Salamina

ISBN: 8483101610

Número de páginas: 209

Autor: Cercas, Javier

Editorial: Tusquets

Reseña:

Cuando en los meses finales de la guerra civil española las tropas republicanas se retiran hacia la frontera francesa, camino del exilio, alguien toma la decisión de fusilar a un grupo de presos franquistas. Entre ellos se halla Rafael Sánchez Mazas, fundador e ideólogo de Falange, quizás uno de los responsables directos del conflicto fratricida. Sánchez Mazas no sólo logra escapar de ese fusilamiento colectivo, sino que, cuando salen en su busca, un miliciano anónimo le encañona y en el último momento le perdona la vida.

Colección: ANDANZAS, 433.

Encuadernación: Rústica.

Tamaño: 21x14.

Idioma: Castellano.

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